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Yo fui a EGB

yo-fui-a-egb Acabo de leer el libro ‘Yo fui a EGB’, una recopilación de aquellas cosas que nos los que nacimos entre los 80 y 90.

Seguramente os sonará el libro, ya que está basado en una web que desde hace unos años ha causado furor en la blogosfera española.

He de decir que el libro me ha traído grandes recuerdos de mi infancia, y cosas que hacíamos antes y que ahora parecerían de otro planeta. Dos canales en la televisión, jugar en la calle con los amigos, sin olvidar las series que nos marcaron nuestra juventud (El coche fantástico, Willie Fog, …)

Si sois nostálgicos de aquella época, o simplemente no vivisteis en ella y os gustaría saber como se hacían las cosas en los 80, este es un buen libro para saber un poco más de aquellos tiempos, mientras os lo pensáis, ¿qué tal si vemos ‘La Princesa prometida’ con Europe de fondo?

Una historia de amor e idiomas

idiomaHoy os quiero contar una historia. Esta pequeña historia la ambientaremos a principios del siglo XX, donde un joven músico militar de Valladolid fue destinado a la población ilerdense de Agramunt. Como era de esperar y parece lógico, este joven llamado Julio, solo sabía hablar castellano, desconociendo lo que se encontraría en aquella pequeña localidad. En Agramunt, así como en la gran mayoría de pueblos catalanes, el idioma que se hablaba era el catalán.

Antes de que estallara la guerra civil española y el franquismo, en los pueblos pequeños de Cataluña, donde la información no corría tan rápidamente como en las grandes capitales, el castellano era un idioma desconocido para la mayoría de habitantes. En aquel Agramunt de aquella época, había una joven, Lucía, que como muchos de los jóvenes del municipio, sólo conocía la existencia del catalán.

Que Julio hablará en castellano y que Lucia solo se expresará en catalán, no hizo que los jóvenes se conocieran y acabaran casándose, pese a que la gente de sus alrededores no entendiera como la pareja se podía comunicar. Lo hicieron, y no tan solo eso, llegaron a tener 4 hijos, dos de ellos falleciendo mucho antes que los otros dos hijos. Estos dos hijos de mayor longevidad, curiosamente tenían el mismo nombre, Francisco y Francisca.

Como supongo muchos de vosotros habréis deducido, esta pequeña historia no es una ficción, sino una historia real. A Julio y Lucía, no los conocí nunca, pero Francisco, yo lo conocí bajo el nombre del Iaio Paco, ya fallecido hace ya bastantes años, mientras que Francisca, es mi tia Paquita, y que a punto de llegar al centenar de años sigue tan pincha, dándonos una lección de comer en las celebraciones familiares.

Algunos entenderán este post como un grito al amor, o simplemente un grito a que los idiomas no deben separar las relaciones personales, yo simplemente lo veo como una historia que sucedió en otros tiempos, donde las cosas eran totalmente diferentes, y la gran globalización que vivimos ahora no había llegado a este mundo, pero que en algunos aspectos podría ser una historia muy actual.

Memoria fotográfica

"Memories" Generic 35mm Color Print Film


Si algo he de reconocer, es que tengo bastante memoria fotográfica, es ver una cara y difícilmente se me olvida. Pueden pasar años, pero si esa cara me ha cautivado, bien sea por ser hermosa, curiosa, conocida de mi adolescencia, o simplemente porque la relaciono con alguna cosa divertida, no se me va de la cabeza. El problema viene cuando reconozco la cara por el último motivo, es decir por alguna situación cómica. Aquí es cuando me viene la risa floja, y ya me veis intentando aguantar la risa por la calle, e intentando que nadie se de cuenta de mi risa tonta.

Pero lo curioso, es que a veces me pasa lo inverso, es decir que alguien me ve, y se me pone a reír. Esta situación me ha pasado recientemente dos veces, y es cuando desvío la cara hacia otro lado, y parecer el tío más serio del mundo, cosa que evidentemente es complicado, cuando uno no es un buen actor. En estas situaciones es cuando respiro y espero que pase la situación. Quizás en otro vida cambie, y la situación tenga un diferente final, como por ejemplo preguntando, ¿y tú de que te ríes?

Retrocedí veinte años

La cabina  telefónica

El viernes pasado estuve en Falset, para aquellos que desconozcan donde cae el municipio, solo diré que es la capital del Priorat, comarca dedicada básicamente a la agricultura, cuyo producto estrella es la elaboración del vino. El Priorat junto a La Rioja, son las dos únicas regiones españolas con la Denominación de Origen Calificada. Para más información podéis visitar la Wikipedia.

Pues resulta que pase buena parte del día allí, y cuando llego la hora de la comida, me senté en un banco en medio de la plaza del ayuntamiento. Me había traído de casa un pequeño sándwich para no perder demasiado tiempo durante el mediodía, y así aprovechar las horas que pase allí.

Pues cuando me senté tuve la sensación de retroceder un par de décadas como mínimo, y porque lo digo, por dos cosas en particular. La primera es que mientras estaba sentado, disfrutando de la comida, la gente se iba cruzando por mi vista, pero lo curioso de todo, es que todas las personas que se cruzaban se saludaban entre ellas. Yo no es que viva en una ciudad muy grande, pero difícilmente en mis andares por las calles de Tarragona saludo a la gente, cosa que si solía pasar en los 80 al pasear por mi barrio. Y la segunda cosa que me hizo ver que en un pueblo las cosas van a otro ritmo, es que en medio de la plaza se encuentra un teléfono público. En Tarragona difícilmente ves entrar a personas en las cabinas telefónicas, suelen estar desiertas casi todo el día, pues yo en los 15 minutos que estuve sentado en el banco, 3 personas utilizaron dicho teléfono, una tras de otra, como si la telefonía móvil no hubiera llegado a Falset. Seguramente es una tontería, porque los móviles no son exclusividad de las grandes urbes, pero en Falset me dio la sensación de que había retrocedido 20 años.

Cambiar el pasado

Hay gente que no entiendo, pero en especial no entiendo a aquellas personas que cuando sale el tema de “¿cambiarías algo de lo que has realizado en el pasado?”, y va y te contestan con un rotundo No!, vamos a ver alma de cántaro, es para decirle, estas satisfecho con el 100% de las acciones que has realizado en tu vida, o sea que eres una persona que lleva la perfección en sí.

Yo no me avergüenzo en decir que si hubiera sabido como me han ido algunas cosas en esta vida, hubiera tomado otra decisión. Simplemente como cualquier persona de este planeta en ocasiones me he equivocado, si lo reconozco publica y abiertamente, me he equivocado en esta vida. No soy ni de lejos un hombre perfecto y no, no estoy de acuerdo con la totalidad de las decisiones que he tomado, y no por eso creo que al decirlo me haga ser menos humano de lo que soy.

Soy un hombre impulsivo y eso a veces te hace tomar decisiones en caliente, o por decirlo suavemente de forma más irracional, y eso a veces agudiza en que me equivoque constantemente, pero al final y al cabo la tomo porque es lo que deseo, o me apetece en ese momento. Y es aquí donde viene el kit de la cuestión, una cosa es decir, “me arrepiento de algunas decisiones” y otra muy diferente es que el pasado no se puede cambiar. Es aquí supongo donde la gente por comodidad dice aquello de “yo no cambiaría nada de mi pasado”, porque al ser consciente que eso es imposible, a no ser que descubramos algún agujero temporal, cosa que dudo bastante de su existencia, lo fácil es decir, yo no cambio nada y punto, pero no es la verdad, porque no me entra en la cabeza que una persona este satisfecho con todo lo realizado en esta vida.

Yo seguiré acertando y fracasando, y espero poder hacerlo durante mucho más tiempo, porque al fin y al cabo el camino de la vida se compone de eso, de decisiones que vas tomando en el momento, a veces con éxito y a veces con poca fortuna.

Cambios de look

pelomechasHe de reconocer que soy de las personas que suelo cambiar de opinión a menudo, aunque quizás mas bien diría que soy impulsivo, y cuando recapacitó suelo cambiar el punto de vista de las cosas. Esta cualidad interna la suelo llevar también a mi aspecto exterior, me gusta cambiar a menudo de imagen, ya que me suelo cansar muy rápidamente de mi apariencia física.

Los cambios más habituales que suelo realizar tienen que ver con el pelo de mi cara, es decir si a esta cualidad de cambiar de imagen le añado mi pereza por afeitarme, la barba, y sobretodo la perilla suele ir apareciendo y desapareciendo como si del Guadiana se tratará. También es cierto que ya no me suelo dejar perilla tan asiduamente como antes, y la culpa de tal decrecimiento en este hábito casi periódico, la tiene la edad. ¿Qué tiene que ver la edad con dejarme barba?, pues muy simple, desde hace un par de años esta empieza a salir con demasiados pelos blancos, y estéticamente a mi no me acaba de hacer el peso. Por mucho que digan que las canas son atractivas, eso sólo cuela con el George Clooney y el Richard Gere, y no precisamente por su pelo blanco.

Si retrocedo unos cuantos años, más concretamente en mi época universitaria, la barba era señal de época de exámenes. Cuando llegaba el momento de parar las clases para empezar a examinarme, me dejaba el bello en la cara en forma de barba espesa. Como todo, también tenía su explicación, y es que en los primeros exámenes, debido a la dejadez por afeitarme, aparecí a mis primeras pruebas universitarias con ella. La cosa resultó, aprobé todos las asignaturas a las que me presenté, así como si de un ritual se tratará, cada convocatoria a final de cuatrimestre me la dejaba, y con ello llegaban los aprobados. He de decir, que en toda mi época universitaria, no suspendí ningún examen al cual me presente. Hay gente que le gusta pensar que iba preparado y por eso aprobaba, que va, la verdad es más simple, la barba me daba inteligencia (ya he soltado la chorrada del día al estilo pulpo Paul).

Pero mis cambios de look no sólo se quedaban en el pelo de la cara. Dos veces me teñí el pelo. El primer intento, casero todo hay que decirlo, al comprar el tinte rubio, y poseer mi pelo natural un color castaño oscuro, el resultado fue un poco penoso, ya que cometí el error de no desteñirlo con anterioridad. Poseo alguna foto pero mejor no mostrarla, pero la segunda recurrí a una peluquería y me hice mechas rubias. Aquí el resultado si fue mejor, y es el que podéis ver en la foto que acompaña este post.

Y porque cuento todo esto, por una simple razón. Hoy al comprar en el Mercadona la comida para subsistir los próximos días, me he detenido en la zona de tintes de pelo. Me ha hecho gracia recordar aquellos episodios de mi época universitaria, y porque no decirlo, me han entrado ganas de un nuevo cambio de look.